Tras unos meses obsesionados con las emisiones de Co2, que parecen ser las únicas culpables de la destrucción de la tierra, ahora todo el mundo ignora la contaminación invisible y no por eso más silenciosa: La contaminación electromagnética. Esta contaminación va a ser vertiginosamente aumentada con la implantación de la conectividad 5G. No contentxs con devastar el planeta con el extractivismo, la contaminación industrial, tala y quema de bosques, la explotación de animales humanos y no humanos…Ahora más que nunca van a contaminar el aire, al menos de una manera más. La contaminación electromagnética no es un argumento de una nueva peli de ciencia ficción, es la rutina a la que estamos y a la que vamos a estar sometidos aún más severamente con la nueva red. Pero, ¿sabemos en qué consiste esta tecnología? A parte de la ingente publicidad sobre la rapidez que vamos a obtener mientras navegamos por internet o la implantación y difusión eficiente del “internet de las cosas”, no se habla mucho más.
Para que esto sea posible se emplearán ondas electromagnéticas de longitudes milimétricas (de tipo microonda) y de alta frecuencia (de 6 a 100 Ghz máximo del 5G, a diferencia de los 6 Ghz como máximo del 4G). Para entender lo que esto supone es necesario saber cómo funcionan las radiaciones electromagnéticas.
La energía electromagnética es emitida en forma de ondas y éstas consisten en campos eléctricos y magnéticos oscilantes que se influyen recíprocamente, y de diferentes formas, con los seres vivos. La longitud de estas ondas determina la frecuencia, cuanto más cortas sean más alta será ésta
Existen radiaciones ionizantes (como los Rayos X, gamma…) y radiaciones no ionizantes (en las que se incluyen la 4G y 5G), que producen efectos biológicos como calentamiento, alteración de las reacciones químicas o inducción de corrientes eléctricas en los tejidos y las células. La exposición a los campos electromagnéticos tiene diferentes efectos según su frecuencia; los efectos térmicos derivados de frecuencias superiores a 1Mhz producen un calentamiento del organismo, que absorbe dicha radiación, lo que produce un cambio en la dirección de las moléculas de agua y de los iones de los tejidos. Esto afecta a gran parte del cuerpo humano, como el ojo, la piel, órganos como estómago, hígado, páncreas (diabetes), a las gónadas, generando infertilidad…etc. Además hace permeable la barrera hematoencefálica del cerebro, dejando que entren sustancias que no deberían estar en él, generando problemas neurológicos, tumores cerebrales, enfermedades como Alzhéimer, falta de atención y también afectando a niveles más psíquico-emocionales (incluso propensión al suicidio). Por otro lado las frecuencias por debajo de 1Mhz inducen corrientes eléctricas dentro del organismo afectando a nervios y a músculos (sistema cardíaco).
El grado de producción ha alcanzado niveles tales que los expertos alertan de una contaminación electromagnética ambiental (electrosmog).
De hecho, durante una prueba de una antena para la red 5G en la Haya, murieron 300 pájaros por insuficiencia cardíaca, sin haber padecido una infección, ni ningún otro problema de salud de base. La antena que estaban probando emitía a una frecuencia de 7,4 Ghz.
Aun así, las investigaciones en este campo están limitadas, la Organización Mundial de la Salud no presta mucha atención a los efectos no térmicos (los que inducen corrientes eléctricas en el organismo). Aunque la OMS concluyó que los campos electromagnéticos de frecuencias de 30 KHz a 300 GHz son posiblemente carcinógenos para los seres humanos (Grupo 2B) y también reconoció que los estudios epidemiológicos realizados hasta el momento son insuficientes. Un numeroso grupo de investigadores norteamericanos y de países miembros de la OTAN, niegan la posibilidad de que los campos de radiofrecuencias provoquen algún tipo de respuesta biológica que no sea de origen térmico (radiofrecuencia de más de 1 Mhz). Su argumento fundamental es que este tipo de ondas no generan respuestas mutagénicas y no influyen en la iniciación de cánceres. Muchos son los intereses económicos que se mueven alrededor del tema, de ahí la falta de estudios y de consenso en las investigaciones.
El 5G requiere de una gran infraestructura a la que se va a destinar una cuantiosa inversión económica. Como hemos mencionado anteriormente, como las ondas son cortas, va a ser necesario una multiplicación de antenas, llamadas smarts cells, que van a estar en todos lados (farolas, semáforos, en la esquina de tu calle…), a unas decenas de metros entre sí. Además de una Antena emisora con cientos de puertos (a diferencia de la docena del 4G). Todo esto para que se puedan conectar un millón de dispositivos por km, en lugar de los 10.000 que pueden conectarse ahora. Estamos hablando de una densidad de radiación sin precedentes, ya no podrás mirar si hay una antena móvil cerca de casa para ir a otro lugar, están en todas partes, no hay escapatoria.
Esta tecnología no sólo es un peligro de salud y medioambiental (mayor número de emisiones al fabricar dispositivos “inteligentes”, así como toda la infraestructura que necesitan), también tiene un papel importante en el control social, multiplicándose el uso de drones y de maneras de vigilarnos…También, mencionar, que la red 5G, tiene la misma vibración que las armas no letales electromagnéticas (de pulsos electromagnéticos) que se emplean en algunos países para disolver manifestaciones, en las que los manifestantes sienten una quemazón en la piel porque las glándulas sudoriparas funcionan como miniantenas haciendo que esta radiación penetre en nuestro cuerpo.
Se puede decir más alto pero no más claro. Vivimos en una dictadura industrial, nos venden una “liberación” en la que cada vez nos vemos más atados, la tecnología sin límites que nos hace más limitadxs. Por un lado nos intentan hacer entrar por la cuadratura científica en la que todo tiene que estar medido y cuantificado y detallladamente descrito para ser real, sin tener en cuenta sus grandes limitaciones; por otro lado, ignoran la literatura científica que sí que habla al respecto evidenciando el peligro que supone para la salud pública. Además de pasar por alto protocolos internacionales de precaución (Nuremberg) según los que si hay dudas sobre la seguridad de un proyecto, no se debe realizar.
No es viable que la solución sea pedir que se hagan más y mejores estudios, que promuevan una conectividad más segura para la salud o que lo prohíban. Esto no es más que el fruto de un sistema, que de raíz debe desaparecer. Esta tecnología no ha nacido para nosotrxs (aunque cumpla su función) ni lo va a hacer nunca, no importa nada, sólo el poder y el dinero (entramado armamentístico, petroquímico, farmacéutico y alimenticio) y mientras sigamos navegando en la misma dirección que los valores capitalistas y autoritarios que nos inoculan, vamos de lleno a una catástrofe medioambiental, y no debemos olvidar, que nosotrxs, aunque cada vez menos, formamos parte de la naturaleza y que sin ella no podemos vivir. Por mas que nos hagan creer, la vida es mucho más que unas células en una probeta en un laboratorio, o caminar mirando el móvil, o pasar horas y horas trabajando, o ir de compras o ver en un documental de cómo lxs niñxs se mueren en las minas de coltán…Defender la naturaleza es defender una parte esencial de nosotrxs mismxs, ésa que no podemos dejar que muera. ¡Que mueran los estados y su soporte capitalista!, primeros responsables de que se pise todo y a todxs por sucio dinero.
La contaminación electromagnética no es la reina de todos los males, no es sino una cara más de un sistema podrido que infecta todo a su paso y que está íntimamente relacionada con atrocidades como el extractivismo, la industria armamentística, petroquímica y farmacéutica. Este es el internet de las cosas, salvo que se les olvidó decirnos, que las cosas somos nosotrxs.
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