En esta entrevista, el maestro Orlando Balbo nos vuelve a interpelar con muchas reflexiones desde su departamento de Neuquén. “Ustedes me escriben y yo les mando audios” -nos dice-. Es que “el Nano”, como le llaman todxs cariñosamente a este gran educador popular, perdió la audición por las torturas sufridas cuando estuvo detenido durante la última dictadura cívico militar. Comenzamos, hace unos días, a conversar, apenas anunciada la extensión de la cuarentena. El recorrido pasó por varios temas, para entrar de lleno en el terreno de la educación. A continuación, compartimos estos intercambios.
Por Colectivo de Educadorxs desde el Sur para La tinta
—¿Cómo estás viendo la situación de las escuelas (docentes, estudiantes, familias) en esta época de pandemia y cuarentena?
—La situación de encierro compulsivo es una situación muy compleja que agrava cualquier situación problemática, incluso la del aprendizaje. Por un lado, el encierro es obligatorio y, entonces, genera angustias, las cuales se resuelven violentamente si yo doy órdenes, o doy tareas, porque impongo cosas. Por otro lado, no todxs lxs alumnxs tienen la misma situación de encierro. Entonces, repartir lo mismo entre desiguales es profundamente injusto, es seguir agrandando la brecha. Por eso, más allá de las TICs, hay que analizar esa situación del encierro.
—¿Qué sucede con las TICs en este contexto? —Al tema de las TICs habría que encuadrarlo en cómo este capitalismo quiere reducir a su mínima expresión al trabajo asalariado. Entonces, pretende que seamos nuestros propios patrones, nuestros propios explotadores. Eso es el emprendedurismo. Y se apoya en la tecnología para reducir ese trabajo a partir de “uberizarlo”. De esta pandemia, vamos a salir uberizadxs.
Una cosa es la tecnología como “auxiliar pedagógico”, que nadie está en contra, y otra cosa muy diferente es la tecnología que pretende “sustituir” lo pedagógico. Por otro lado, ¿todas las familias tienen acceso a internet? Internet es pago, entonces, si yo le doy tarea al pibx, va a usar el celular y tiene que cargar crédito. La primera cosa que habría que pedir es la gratuidad para lxs que la van a usar. Si no, les estamos sacando guita a las familias para dárselas a las empresas. A las empresas, que usan nuestros satélites, que usan nuestra fibra óptica, pero cobran un fangote de guita para darnos el servicio.
Hay distintas concepciones y distintos manejos con respecto a la tecnología. Hay algunxs que son tecnofóbicxs y otrxs tecnofanáticxs. Es hora de dar un debate acerca de lo que es la tecnología, acerca de lo que son los soportes digitales, acerca de lo que es el lenguaje digital. Esos aparatos no son como los electrodomésticos; tienen un lenguaje y son portadores de una ideología. Tienen una racionalidad y su uso tiene una ética. Si no transparento esto y lo aplico como si fueran neutrales, ningún favor le estoy haciendo al proceso pedagógico.
—¿Cuál es la perspectiva ideológica de la educación virtual? ¿Qué diferencias encontrás entre la educación virtual y la presencial?
—El proyecto neoliberal de la educación a distancia nació en la década del 70, donde ya la Universidad de Luján hizo una carrera de Licenciatura en Educación a Distancia. Después, con todo el quilombo, se vino abajo y se replegaron. Volvió con el neoliberalismo en los 90, con la Ley Federal de Educación, y tuvieron que replegar. Se opusieron los sindicatos. Después, aparece en el marco de la UniCABA en la Ciudad de Buenos Aires, que también tuvo resistencia. Pero, ahora, no hay ningún tipo de resistencia.
Están sacando a la luz viejos proyectos, porque una plataforma digital como “Tu Escuela en Casa” no se hace de la noche a la mañana. Son esos viejos proyectos que ahora tienen consenso. Lo peor es que le dan consenso nuestros sindicatos. Ahora, se vienen las plataformas digitales; la uberización de la educación. ¡Nos va a manejar un algoritmo!
De esta manera, se sigue debilitando el debate pedagógico en la educación. Ese nuevo rol del docente, esa nueva actividad reducida a un monitoreo, apunta a generar un nuevo sujeto docente. Toda una jerga llamativa y pintoresca para ocultar que están convirtiendo, de a poco, al docente en un auxiliar de la tecnología. La organización se va a centrar en programas, los libros, las películas, cuando debería ser un auxiliar del docente que la opera. Si el lugar del docente pasa a ser instrumental, como viene a suceder con estas plataformas digitales, trae como consecuencia un proceso de deshumanización profunda, se pierde la mirada sobre lxs otrxs.
El único antídoto para ese “trapeo” que sufren lxs docentes es volver a colocar en el centro el debate pedagógico. Ahora, definamos qué es lo pedagógico, porque no es sólo lo acumulado históricamente. Lo pedagógico es un conflicto que se resuelve a futuro. La pedagogía está siendo permanentemente. Construyamos nuestro discurso pedagógico, que, apoyado en lo que fue, nos puede permitir hacer una propuesta a futuro. Freire habla de que lo educativo es lo inédito posible o viable, lo inédito imaginado. La pedagogía tiene que trabajar sobre ese posible, que no existe, pero puede y debe llegar a existir. Para ello, la lectura de Paulo Freire y otrxs teóricxs de la pedagogía crítica resulta indispensable. Sobre todo, para poder imaginar qué estarían diciendo ante este mundo que está siendo. Incluso, la sola cita reiterativa de sus idea nos convierte en conservadores con discurso “progre”.
¿Qué hacemos con eso que llegó? ¿Cuáles son las reivindicaciones y las batallas que tenemos que dar? Primero, mostrar cuáles son las limitaciones del uso de las plataformas digitales. Por ejemplo, para que esta educación por plataforma digital funcione, tiene que haber internet gratuito. ¿Por qué tenemos que pagar internet si el satélite es nuestro y la fibra óptica es nuestra? Sin embargo, las que cobran son las empresas telefónicas. Después, hay que pensar ¿en qué escenarios van a ser utilizadas? Están pensando en unx estudiante de clase media alta. La gran mayoría de lxs pibxs no tiene el mínimo espacio físico en el cual trabajar.
—¿Qué lugar tendrían que ocupar los sindicatos docentes?
—Yo creo que a nuestros sindicatos docentes hay que pedirles que creen los espacios de debate pedagógico para pensar otra escuela. Frente a cómo va a salir la sociedad de esta pandemia, hay que pensar desde los intereses de nuestrxs estudiantes y sus familias. No desde los intereses de los que venden computadoras, que, además, están en crisis. La computadora digital, que es la que tenemos nosotrxs, está agotada, ya está siendo reemplazada por otra computadora que está más en armonía con lo biológico: la analógica. Entonces, hay que pedirle al sindicato que arme una propuesta que no puede servir sólo para maquillar los viejos programas de Matemática, Física, Química, con un criterio propedéutico.
Ahora, si los sindicalistas van a seguir siendo oficialistas u opositores, es decir, jugando fundamentalmente en el escenario de la lucha partidaria, estamos al horno. Porque van a levantar consignas que les benefician a su partido o van a hundir a aquellas que no los benefician. Por eso, muchas veces, se obstaculiza el debate político-pedagógico.
En el sindicato, tenemos que cumplir con aquel viejo principio de lxs socialistas y anarquistas que era la independencia de todos los gobiernos, de todos los partidos políticos y de todos los patrones. Eso no significa un impedimento a que el militante político forme parte del sindicato, sino que se abstenga de hacer política partidaria en el interior. Y, a su vez, tenemos que recuperar la iniciativa político-pedagógica.
Creo que tenemos que empezar a discutir estas cosas para poder decir algo sensato sobre lo que viene con un aura de progresismo, de moda, de carácter científico. Si no nos ponemos a revisar todo esto en serio, corremos el gran peligro de quedar como conservadorxs que queremos volver a la vieja escuela sarmientina.
—¿Cómo hacer para construir colectivamente en este contexto?
—La cuarentena y las políticas de disciplinamiento buscan generar ciudadanxs aisladxs, enchufadxs a las tres pantallas. Restablezcamos los lazos solidarios con los medios que tengamos a nuestro alcance. Abramos una página web, un blog, donde cada uno que encuentre algo interesante lo pueda enviar para que otros lo puedan leer, resocializar la información, generar debate por distintos medios. Lo que no están haciendo los sindicatos lo vamos a tener que hacer nosotrxs a través de las redes virtuales y hasta tanto podamos lograr generar encuentros más a la antigua. Es vital que no nos aíslen, que no nos desinformen a través del aislamiento o aturdiéndonos de información.
Se podría abordar desde varias materias este tema que está preocupando a la gente. E, inclusive, hacer un poco de prevención en los sectores populares, donde todavía no impactó. Es un virus muy pintoresco. Surge en el extranjero, lo traen turistas. Desembarcó por Ezeiza, lo distribuyó la clase media que se fue de vacaciones en cuarentena. Ahora, si sabemos que hay cinco familias viviendo en una casita de cartón, ¿pueden estar todo el día ahí adentro? Imposible, de qué viven. ¿Pueden hacer el aula virtual ahí? Imposible, si sacan la cama para poder comer.
—¿Qué desafíos tiene la escuela ahora? ¿Es necesario sentipensar otra escuela?
—La educación se convierte en una herramienta potentísima para este momento para que nuestro pueblo pueda comprender lo que está pasando y actuar en consecuencia. Ahora bien, esa educación no pasa por sentarse en la computadora para hacer tareas; pasa más bien por que lxs estudiantes comprendan ¿cómo está cambiando el mundo hoy? ¡La tierra está festejando que nosotrxs estamos de cuarentena! Si seguimos viviendo de esta misma manera, la naturaleza se va sacar de encima este virus que somos los seres humanos. No podemos seguir dando clases como si la escuela fuera a permanecer igual que antes. Es un proceso del cual tenemos que participar.
Hay que pensar un currículum con nudos problemáticos y que, en las resoluciones, acuda a saberes necesarios para intentar resolverlos. No podemos seguir con los saberes fragmentados por materias. A su vez, tienen que haber cargos para las TICs. No podemos seguir con 40 estudiantes por curso y unx solx docente. Partir de la escuela que tenemos y comenzar a pensar otra escuela.
Y un paso importante para pensar esta nueva escuela es reconciliar la educación popular con la escuela pública. Las experiencias de educación popular le pueden aportar a la escuela pública todas sus propuestas de transformaciones pedagógicas y la escuela pública le puede aportar todos aquellos procesos de institucionalización que son muy complejos.
*Por Colectivo de Educadorxs desde el Sur para La tinta / Imagen de portada: Julia Torres.
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